viernes, 6 de noviembre de 2015

En mí



Me habitan Nietzsche, 
Cortázar,
El Che. 
Me dictan Jauretche, 
Sabina, 
La biblia y un calefón. 
En mí también vive el asado con vino 
Y las patas arriba de la mesa. 
El ángel grisáceo de Dolina 
Y sus carnavales decadentes de Boyacá. 
La pelota descosida de la calle Uruguay,
Y la bacha de mi primer trabajo. 
A veces me habla la crudeza de Sábato, 
Otras, un desprolijo Norberto Napolitano. 
Como si fuera mi cabeza el runrún de un bar,
Con vasos 
Con hielo 
Con chorros de soda 
Y bandejas como estrofas que 
Patinan sobre mi corazón macizo. 
Me grita el mañana 
(Y me toca el hombro el ayer). 
Me llora un sauce del Ñandubaysal 
Y el Zapallo del Parque Unzué,
El mate amargo 
Y un puro del tío Jorge. 
Me zumba Luca Prodan,
Benedetti con su let the wind speak
Y la merienda en la 55.
El murmullo de Andrelo, 
Mientras Bécquer le pone rima a mis muertos. 
Llevo el hambre 
Y la panza llena, 
El peso en la espalda de un bolsillo vacío
Y la suerte de una cama caliente. 
El barro, 
La helada hoja en blanco, 
El aplauso, medalla y beso. 
Soy hablado, atravesado, usado, 
Médium de ausencias celestes. 
Cada rumor que vive en mí 
Me empuja hacia adelante. 
Algo habrá de venir.