lunes, 1 de octubre de 2007

Actitud

Es verano. Afuera hay viento cálido. Son las cuatro de la mañana y una vez más, entre miles, la oscuridad me encuentra despierto, navegando en la ceguera obligada de lo profundo de la noche. “-¿Así será la muerte? Lo dudo. Tengo esperanza de que mi muerte no sea oscuridad”- pensé.
Recostado sobre mi lado izquierdo percibo que todo funciona normalmente. Quiero decir, respiro, nada duele, muevo brazos y piernas, pestañeo normal. Intento dormir pero sé que no será posible con la cabeza tan cargada. No de culpas, no de deudas, no de amores. Sí de laberintos indescifrables desde mi cuna. Entonces trato de organizarme, como acomodando libros según el tema de tapa.
Luego de hojear uno de esos libros imaginarios, quizás el más extenso, llego a la conclusión que cuando uno piensa en algo malo, como puede ser anticiparse al dolor o tener una visión pesimista de las cosas, en general esas especies de pronósticos tarde o temprano terminan por cumplirse. Acto seguido me animo a afirmar que para ver cumplidos vaticinios de prosperidad, la fuerza puesta en el acto debe ser unas cien veces superior a la fuerza –llamémosla- negativa.
Exploremos un poco la idea. Uno se predispone al camino. La actitud, la postura ante los hechos que van sucediendo hace la diferencia entre las personas. Es casi una obviedad afirmar que ante el mismo estímulo muchos responderán de una manera y muchos otros de otra. Lo que quiero decir, a fin de cuentas, es que la actitud pesimista debería ser dejada de lado sin uno quiere una vida con cierta paz.
Una vez juré que pase lo que pasare en mi vida, jamás me suicidaría. Que por más a la deriva que me encuentre, mi actitud sería la de seguir nadando en alguna dirección.
El pesimismo aísla. El pesimismo encierra, complica, obliga a planteos superfluos, redundantemente negativos. Ver todo negro es una elección. No confundamos pesimismo con realismo. Nada escapa a tener dos caras. Una realidad puede ser tan negativa para mí como reconfortante para otro. Y mi visión, positiva o negativa, no será menos real que la de otro.
*****
Busco acomodarme en la cama, trato de seguir pensando un poco más. Pero mi intento se ve interrumpido por el sollozo de alguien. Luego el sollozo se convierte en llanto y reconozco que proviene de la habitación de al lado. Mi acompañante, que dormía a mi lado en una silla se despierta. Enciende la luz y revisa mi suero. Me pregunta si estoy bien, si necesito algo. Con un gesto le agradezco su preocupación.
Al otro día morí. Causas naturales, vejez.
Hasta el último respiro hice planes, proyecté, miré para adelante. Y no me arrepiento, siempre preferí mirar lo positivo de la realidad. Nada es completamente verdadero en todo sentido. Asumiendo esto, todos podemos elegir la actitud que tengamos para vivir. Y para morir.

No hay comentarios: