viernes, 6 de noviembre de 2015

En mí



Me habitan Nietzsche, 
Cortázar,
El Che. 
Me dictan Jauretche, 
Sabina, 
La biblia y un calefón. 
En mí también vive el asado con vino 
Y las patas arriba de la mesa. 
El ángel grisáceo de Dolina 
Y sus carnavales decadentes de Boyacá. 
La pelota descosida de la calle Uruguay,
Y la bacha de mi primer trabajo. 
A veces me habla la crudeza de Sábato, 
Otras, un desprolijo Norberto Napolitano. 
Como si fuera mi cabeza el runrún de un bar,
Con vasos 
Con hielo 
Con chorros de soda 
Y bandejas como estrofas que 
Patinan sobre mi corazón macizo. 
Me grita el mañana 
(Y me toca el hombro el ayer). 
Me llora un sauce del Ñandubaysal 
Y el Zapallo del Parque Unzué,
El mate amargo 
Y un puro del tío Jorge. 
Me zumba Luca Prodan,
Benedetti con su let the wind speak
Y la merienda en la 55.
El murmullo de Andrelo, 
Mientras Bécquer le pone rima a mis muertos. 
Llevo el hambre 
Y la panza llena, 
El peso en la espalda de un bolsillo vacío
Y la suerte de una cama caliente. 
El barro, 
La helada hoja en blanco, 
El aplauso, medalla y beso. 
Soy hablado, atravesado, usado, 
Médium de ausencias celestes. 
Cada rumor que vive en mí 
Me empuja hacia adelante. 
Algo habrá de venir. 

lunes, 21 de septiembre de 2015

Cuando esa mañana de Septiembre me avisaron que mi amigo Ariel Agostini había fallecido, yo todavía estaba entre sueños. Oí a media mañana que el teléfono de casa sonó y que atendió mi vieja. No sé si lo soñé o fue así, pero tengo en mente que ella hablaba algo pausado, en voz baja. Segundos después me despertó con la noticia. Mi cabeza permaneció sobre la almohada unos instantes hasta finalmente entender que Ariel, mi amigo y compañero de banco en el Naciones Unidas, se había ido para siempre. 
Su llegada al colegio debió haber sido dura para él. Yo la había pasado fea también cuando con mi familia nos mudamos de Wilde a Monte Grande en el ochenta y ocho. Fue para mí empezar quinto grado rodeado de caras nuevas, y ver a algunos de mis flamantes compañeritos codearse y sonreír, era una sensación de paredes que se me caían en los hombros. De hecho, creo que no repetí quinto grado un poco por lástima y otro tanto por la elocuencia de mi madre, que fue a hacer bombo para que no me sometieran a un nuevo destierro de compañeros. 
Volviendo a Ariel, a pesar de que era bastante cascarrabias y nos llevaba a todos un año y algo, terminamos los dos siendo muy amigos. Por cierto, Ariel fue mi primer gran amigo, de esos con los que empezás a hablar cosas de grandes. Después por supuesto tuve otros amigos, muy buenos, algunos duran hasta hoy. Pero Ariel era de esos pibes que sin ser un adulto, tenía otra mirada de las cosas, diferente a los que éramos más pendejos. No tengo dudas que antes de conocerlo había pasado momentos duros, de esos que te hacen crecer de golpe. 
De él recuerdo su voz, su andar cansino, su risa. Es el día de hoy que me emociona el disco “El amor después del amor” de Fito Páez, y me veo como si fuera ayer escuchándolo con él en su casa de Barrio Lindo o en algún Cumpleaños de Quince sobre Pavón. “Qué poesía”, me decía. 
Ariel era flaquito, con pelo algo rizado y bien corto, usaba anteojos y la ropa que llevaba parecía siempre quedarle grande. Sin entrar en muchos detalles, en las primeras charlas me contó que había perdido un año de escuela porque le habían hecho una operación de corazón. Y me mostró la cicatriz. Yo ya había visto una cicatriz parecida a esa en una tía. Pero verle el pecho así a un compañero de escuela casi de mi edad, a mí que no me cuesta nada, me impresionó. Obviamente Ariel tenía restringida la actividad deportiva, pero acudía a gimnasia a dar el presente como todos.
Con él fui a varias matinés de un boliche de la calle Dardo Rocha. Eran los primeros bailes y también épocas difíciles en casa. Alguna vez me prestó plata para la entrada también. Nos encontrábamos en la esquina de Pizza Piú a eso de las siete, pasábamos alguna que otra vez a jugar un fichín por Fascination y caminábamos después unas cuadras hasta Boxer. ¡Nos cagábamos tanto de risa en las mesas de los teléfonos! 
Ari era bastante más estudioso que yo, a lo mejor porque debía demostrar en la escuela que estaba a la altura de la oportunidad por la vacante aceptada. No sé, quizás son ideas mías. Habíamos comprado algunos libros entre los dos para ahorrar unos pesos y se enojaba mucho porque yo los escribía con lapicera. “Sos un boludo, a fin de año no se los vamos a vender a nadie”, me recriminaba. 
Qué difícil fue volver a clase después de su muerte. El resto del año no quise compartir el banco con nadie. Esa silla vacía era de Ariel. Y puta si lo extrañaba. Yo estaba descolocado, tratando de entender algo que nunca entendí. Porque la muerte de un amigo a esa edad, ¿cómo se explica? 
Ese domingo fuimos a su velatorio todos los compañeros y algunos profesores. Y aunque algunos insistían, yo no quise verlo. Preferí quedarme con la imagen última que recordaba de él, que es la que hoy aún guardo, sentados los dos en el piso, hablando de música y los goles del Manteca Martínez.

viernes, 3 de abril de 2015

Cuando me miras

Cuando me miras
Qué dificil explicar
Con palabras no lo puedo contar
Cuando me miras 
Y si sonreis
Todo alrededor es luz
Cuando sonreís 
Yo no lo puedo explicar
Que linda sesanción cuando te veo bien
Cuando tus ojos caen a descansar
Y llega la paz
Qué difícil explicar
No se puede contar
Este rayo de luz desde la persiana
Que llega a tu mano
Esta arruga en la almohada
Que juega con tus pies
Cuando me miras
Qué dificil explicar
Cuando me miras
Cuando sonreís
Ay ay ay
Cuando me miras

Creo

Me dijo: 
“Creo que no se puede vivir las veinticuatro horas maquinándose dentro de la desmesura. En ese sentido no hay bocho que aguante. 
Creo que forzarse estados de ánimo para agradar y no quedarse afuera no lleva a otra cosa que a la autodestrucción. 
Creo que la mediocridad es necesaria de vez en cuando. Como una sombra fresca ante el agobiante solazo de la autoexigencia. 
Creo indispensable también dejar fluir las cosas del corazón. Aunque estoy seguro que hay que saber sacar la calculadora del desamor en el momento justo por más que mate ilusiones ajenas.
Creo que el futuro no es sino un espejo roto. Lo espío, pero no le creo demasiado.
Creo que las manos están atadas por las venas de cada uno y no por sogas de afuera. Pensarlo al revés es de cómodo y cobarde. Hay que hacerse cargo viejo.
Creo que el mundo esta contaminado por el exitismo y la mentira, los mandatos, los sellos, las firmas. Ah, y por los mocasines y las corbatas.
Creo que hay cosas que me hacen mucho más viejo que el paso del tiempo mismo, lo cual debería ser una revelación para el mundo entero, ya no como historia personal, sino como un verdadero descubrimiento científico.”

Dejaré de dolerte

Le dijo en la parada del 306:
“…Y vas a olvidarme,
Un día mi cara se irá
Dejarás de pensarme
Como nadie piensa 
Un 20 de agosto
En la Nochebuena y Navidad.
¿Quién recuerda el dolor de muelas
Cuando deja de doler?
Nadie piensa en el tiempo
Que perdemos nombrando al tiempo,
Ya dejaré de dolerte
Y vas a olvidarme, ya lo verás…”

Atención

Va a intentar probar que hay vasos con agua y hielo en cualquier infierno, si uno sabe mirar bien. Y que el paraíso tiene el decorado de cartón si el ojo se pasa de rosca con la exigencia. 
Quiere demostrar que existe el equilibrio, poniendo a un lado de la balanza kilos y kilos de risas y del otro algunos litros de lágrimas. 
Va a mostrarnos que no hay alumnos, sino solamente maestros enseñándose diferentes cosas. 
De un lado va a poner el amor, del otro la indiferencia. 
De un lado la noche, del otro el día.
Va a caminar sobre un cable a mil metros de altura. En un hombro va a llevar la salud, en el otro, la enfermedad.
Para refutar eso de la “linealidad del tiempo” y proponer su paradigma “circular” va a elegir al azar un diario del ´82 y leer la página 26 para apostar que alguien escribió lo mismo en el diario del martes pasado.
Va a volar en el fondo del mar y va a nadar sobre la cordillera con las mismas manos que soñó el domingo.
Todo eso va a hacer, solamente para demostrar que hay que andar más atentos a ciertos detalles.

¿?

Que no eres dueño de nada
Sino mero administrador,
¿Qué te parece?
No me asusta,
Me quita peso.
Que antes de tu llegada
El mundo ya giraba,
¿Cómo te suena?
No me sorprende,
Mi ego no llega a mi frente.
Que solo estás de paso
Y serás enterrado y olvidado,
¿Cómo te pega?
No me detiene,
Para ese entonces
Seré ya otra historia
Sin pasado, como ahora.

Nonsensical (quemando flores)

Nonsensical (quemando flores)
Qué cerca estoy del cielo
Y mis pies pegados al suelo
Extrañaba tu olor dulce
Y la seda en la lengua
Tu amor natural
Llega como bocanada
Para inflar mi pecho
Va mi sonrisa colgada
Del trapecio de tu cielo
Una caricia en la boca
Y en el alma cuando te beso
Bambolea mi corazón
Y brillan tus ojos para mí
En este mar movido
El agua salpica mis pies
El dolor no me alcanza
Mientras esté en tus brazos
Llanto feliz, vida en fin
Otro mundo desde mí
Nace y se refleja en tus ojos
Que brillan para mí
En cámara lenta tus manos
Como hojas que mueve la brisa
Retocando el sentido del tiempo
Y me encanta
Verte tan vulnerable
Y tan valiente a la vez
Qué cerca estoy del cielo
Y mis pies pegados al suelo
En mi tapita de Sevenup
Prefiero soñar
En este mar movido
Dejarme llevar por el viento
Qué cerca estoy del cielo
Y mis pies pegados al suelo
Extrañaba este olor dulce
Y tu seda en mi lengua.

Nueve años

En ese punto 
Invisible e indivisible
En el que el dolor
Se hace alivio,
Ahí donde la eternidad
Y
El instante se dan la mano,
En la línea borrosa
Donde los mares se mezclan
con los ríos
Y
La distancia al sol
Se mide
en un chasquido,
En ese punto
Imperceptible
Donde el olvido
Conversa con las raíces
del amor,
O quizás en el sueño que recuerdo
Haber soñado con vos,
En la jaula de algún pájaro solitario
Que recibe visita un domingo,
O en la telaraña
De mi sala de espera
Que aún te espera,
Ahí donde la fiebre
Se hace hielo
Y
La sal es azúcar,
En las pupilas dilatadas
De tus ojos frente a la luz,
En esa última mirada nuestra
Sin saber que no había nada más,
…Quiero decir,
Donde los imposibles
Se hacen posibles
Y donde yo pueda
Parirte en mi corazón,
Ahí voy a encontrarte
Bajo la sombra de tu recuerdo
Vieja mía, mi querida vieja.

2014

La flor de la vida

En la frontera entre Italia y Austria, en el remoto Monte Coglians, crece la increíble flor del coraggio, también conocida como la flor de la vida.
La particularidad de esta flor es que vive apenas siete días.
Hermosamente blanca, alcanza su máximo esplendor al día seis, luego de dejar caer su semilla para renacer eternamente y comenzar así su último tramo de vida. Una vez que su brote asoma, dedica su último día a proteger del sol al pequeño hijo. Resulta sorprendente notar cómo con su tallo fuerte y hojas angostas consigue un lento movimiento desde el amanecer hasta el ocaso para cubrir a su sucesor. Y es impresionante ver el momento justo en que comienza a marchitarse, ya que para ese entonces su hijo ya está lo suficientemente fuerte como para enfrentar el sol y la nieve del segundo día.
La flor del coraggio sabe que al menos uno o dos días de su vida fugaz habrá vientos que intentarán interrumpir su crecimiento. Para sobrevivir, se prepara para enfrentar la tormenta de pie. Si se esconde, muere.
Al menos una vez de su corto paso sabe que será alimentada por la lluvia, pero debe estar atenta y sus raíces predispuestas a recibir el agua. Si se distrae, puede morir.
Ella no se esfuerza para alcanzar su plenitud y luego extinguirse. Esta flor se siente libre cada día y esa es la única forma de lograr su verdadera plenitud.
Lo curioso es que a los ojos de los hombres, su belleza se hace visible apenas unos minutos antes de desaparecer. Esto la ha convertido en un símbolo de lo fugaz de la belleza de la juventud, pero también en ícono de valentía y amor para sobrevivir eternamente.

Chin-Tsu

Cuenta la historia que en la ciudad de Chang´an, en la antigua China, vivió un artesano llamado Chin-Tsu, quien se enamoró perdidamente de la hija del general Zhang Qian. Luego de años de esmero por conseguir el corazón de la joven y la posterior aceptación de su padre, Chin finalmente le propuso casamiento. Zhang Qian, que veía a su hija perdidamente enamorada del humilde artesano, aprobó con celos de padre la unión de los jóvenes y Chin fue el hombre más feliz del mundo. Durante todo ese año el pueblo se dedicó a organizar la fiesta más grande que se haya visto jamás, que habría de llevarse a cabo el verano siguiente.
Inesperadamente, faltando tres días para la boda, la hija del general murió por causas naturales. Chin no soportó su muerte y lloró desconsoladamente por años, sin conseguir asumir la partida de su amada. Una noche, animado por algunos tragos de huangjiu, Chin decidió ir a pie hasta el solitario templo donde se veneraba al Dios del olvido Cham-Pang, para rogarle que le aliviara el incesante dolor por la ausencia de su amor. Al llegar al templo, luego de seis días de ardua caminata, rezó durante tres soles y lunas corridos. Al terminar sus oraciones, ya exhausto, elevó la cabeza hacia el cielo y suplicó: “Te ruego Cham-Pang poder olvidar, ya no puedo vivir así. Prefiero morir en este instante si no puedo olvidar”. Chin-Tsu durmió esa noche en el umbral del templo y al día siguiente, antes del primer rayo de sol, emprendió el regreso a su pueblo.
En el camino de regreso, víctima del fulminante sol y la escasa cantidad de agua que había bebido, se desmayó antes de alcanzar la flaca sombra de una acacia. Horas más tarde, un arriero que pasaba lo encontró y lo cargó en el lomo de su yak para socorrerlo y llevarlo a su casa. Chin durmió profundamente, hasta que consiguió despertar a los seis días de estar allí. Al abrir los ojos vio parado a su lado al arriero, quien sostenía de la mano a su hermosa hija. El arriero entonces le preguntó: “¿Quién eres?” Y Chin, confundido pero nuevamente enamorado y sin quitar la mirada de la joven, le contestó: “No lo sé, no recuerdo absolutamente nada”.

Cuánto te quiero

Busco mil veces explicar
Cuánto te quiero
Y las palabras no vienen,
O se esconden detrás de momentos 
Y me distraigo,
Entonces las palabras sobran
Afortunadamente.
Igual pienso
Que
Aunque se dejaran ver
No explicarían
Nunca
Tanto
Amor.
Y pienso mil veces más y
Puedo jurar
Que más que a mí te quiero.
Quizás
Comparar una gota
Con el mar,
Un punto
En el cielo,
Una coma
Contra la misteriosa eternidad.
Y entonces las ideas faltan…
A veces tengo miedo, es verdad.
Y al rato pienso mil veces más
Que estás en mí como
La madera en el árbol,
Como en la música está el aire,
O como el agua en un brote matinal.
Y todo explica nada,
Pues no existen las palabras
Para un amor tan real.
Y vuelvo a pensar que
Por vos es mi vida y que
La daría sin dudar.
Y el miedo se hace pedazos
Y pienso y pienso sin parar
Que mi alegría es
Hoy,
Y no hay nada que importe más.
Y perdón que repita pero
Puedo jurar
Que más que a mí te quiero,
Y que las palabras seguirán
Siempre
Sin contar
Cuánto te quiero

Simple

Desde chico tuvo que ver con cierto mecanismo de defensa, o de osar mojarle la oreja a la finitud de esta vida. Es esa inocente ilusión de creer que un desconocido un día leerá algo de lo que escribí cien años atrás (que es hoy o ayer) y será entonces resucitar. Cuantas noches infantiles -y no tanto- me ha salvado la vulgar e infundada idea de creer que a través del arte uno puede ser inmortal. Es tan mágico e inconsciente como creer que uno se hace eterno a través de los hijos. Es amortiguar el golpe, es preparar el lecho inexorable, es el susurro insoportable de la mosca personal. Y escribo, como quien no quiere la cosa, de un solo plumazo y para volver a respirar:
Simple,
Agua,
Aceptar,
Soltar,
Simple,
Fuego,
Decir,
Presente,
Reir,
Simple,
Aire,
Amar,
Perdonar,
Simple,
Tierra,
Sexo,
Olvidar,
Seguir,
Besar,
Abrigo,
Irse,
Es simple,
Te juro que
Es simple”

¿Azar?

La fuerza natural y las leyes de la física. El espacio, accidental y accidentado. La ciencia, los neutrones y protones. Átomos, naturaleza, inicial y finalmente el Universo. Las estrellas, el oxígeno, hierro. Los planetas. El sol y los miles de millones de años. La química, el azar, los virus. La vida, los cuerpos. Los mares, los vegetales, la supervivencia. Herramientas, músculos, lenguaje y comunicación. Interpretación y entendimiento. 
Nacimos. Nos vimos. Más fuerza natural, más física y química. Nuestro espacio, accidental y accidentado. Estrellas, nuevo oxígeno. Lenguaje y entendimiento. ¿Azar? Amor. Evolución.

El artista

El joven Rey hizo que al viejo pintor le quemaran los ojos y cortaran las manos por no poder reinar en los colores de sus crepúsculos o en el azul perfecto de sus mares. “Ni las flores, ni las mujeres más hermosas de mi reino consiguen si quiera acercarse a las de tus telas. He crecido entre paredes, en completa soledad, contemplando tus cuadros cada noche, creyendo que eso era el mundo. Hoy, que lo he descubierto me siento engañado, y eso, es imperdonable.”
El viejo, con su voz tranquila le contestó “¿Acaso qué culpa debe cargar este humilde pintor por intentar crear un mundo más bello que el real?” 

Ahora

Bastante poco habrá de importarme
Aquello que de mí se diga
Si no me importa ahora
Menos aún cuando me despidan
¿De qué sirve el epitafio?
O que digan ¡fue tan bueno!
Yo me quedo en este brindis
Y tu abrazo fuerte y sincero
Cuántas veces he sentido
Que el cuerpo es lo que estorba
Que el tiempo todo acomoda
Y tarde o temprano te encorva
Jugar el juego de la vida
Si lo que buscamos es ser queridos
No hay que perderse ni marearse
En este inmenso laberinto
¿Adónde encontró el alquimista
Aquello grande que buscaba?
Recorrió el mundo entero
Y estaba bajo su casa
A cada barco le llega su muelle
Y a todo verano el otoño
A cada fuego su ceniza
Y al corazón su responso
No hay heridas que no cierren
Ni lágrimas que sean perennes
No han venido y se han quedado
Las tormentas para siempre

La grieta de siempre

Una vez conseguidos los fondos necesarios, finalmente se decidió pintar el Teatro Municipal. Estaba tan caído pobrecito… Se ofrecieron para la tarea algunos vecinos, grandes y chicos. 
Damián, uno de los jóvenes con mayor entusiasmo, comenzó por lijar uno de los muros más altos. Luego de un rato, percibió en la pared una grieta enorme. Esto es muy peligroso, puede derrumbarse, pensó. Rápidamente dio aviso al encargado de la obra, un hombre mayor que conocía el teatro casi desde su nacimiento. La respuesta del anciano, que parecía estar esperando el aviso de Damián, lo dejó boquiabierto: “Pibe, la grieta siempre existió, solo que siempre la hemos disfrazado para que no se viera. Hizo falta tu fuerza para retirar la vieja pintura sobrante para dejarla a la vista nuevamente. ¿Realmente tu intención es rellenarla y afirmar el muro o solo volver a maquillarla como siempre se ha hecho? El teatro está en tus manos.”
Damián no entendió nada. Siguió lijando y lijando sin parar. Mientras tanto en su cabeza no dejaba de pensar en grietas, muros, maquillajes, derrumbes y disfraces.

Mejor hasta mañana

Hoy quiero hablar de los hilos de las caretas que sostienen superficiales viditas de cartón. O del pobre caballo que atado a una silla dormita y sacude levemente las mandíbulas con la mirada perdida. 
Tal vez del árbol terco que busca inclinación hacia el sol y sufre con lágrimas espesas las guías de alambre que pretenden enderezarlo. 
O de la frase esa de Andrés que dice que la vida es una cárcel con las puertas abiertas. 
Yo quiero hablar del sendero de las vaquitas, del mal pero acostumbrado, del quéselevaahacer.
Podríamos hablar, si a alguien le interesa, de los placares llenos de ropa que no usamos, de ver o mirar, de decir te quiero o dormir de espaldas.
Quiero hablar de la escuela y/o de la fábrica de ladrillos. O de la mano derecha que me persigna y la izquierda que hace fuck you. Hablemos, porque nadie va a negarlo, de lo importante que es un televisor por habitación y un Aleph sosteniendo la pata de la mesa.
Si hay tiempo, podemos hablar de peces en peceras, de canarios en balcones, de delfines en acuarios o de tortuguitas patinando en mosaicos.
Si todavía queda algo de vino y no se ha hecho de día, podemos nombrar al menos de costado la devaluación escalonada de la moneda lealtad.
Al final podemos también sumar con los dedos de una mano los abrazos que dimos en el último año, y con calculadora las puteadas. Hablar de principios. De la palabra. De la biblia y el calefón. De prejuicios, de tocar de oído.
Sí ya sé, es aburrido hablar de todo esto. Mejor será hasta mañana.

Seguiré escribiendo

Mientras el corazón y la cabeza
Continúen su eterno debate,
Mientras de la tierra mojada
Exista el perfume suave
O la luz del sol y la luna
Siga iluminando momentos universales…
Yo seguiré escribiendo.

Mientras haya preguntas
Sobre mudas almohadas,
O incansables canciones
Que al amor le cantan...
Mientras haya labios,
Almas, lágrimas, suspiros,
Recuerdos, alguna esperanza...
Yo seguiré escribiendo.

Mientras girando el mundo siga,
Las noches azules pasen
Y las claras mañanas lleguen...
Mientras tu cintura espere
A mis manos urgentes
Que saben cómo tocarte…
Yo seguiré escribiendo.

Mientras dure del amor el eco,
O la resaca de mis noches pasadas.
Mientras el sexo y el amor
Se tomen y suelten las manos
Caminando a veces juntos
Y otras tantas separados…
Yo seguiré escribiendo.

Yo seguiré escribiendo
Porque es de mí lo que mejor sale.
Mientras pueda ver mi sombra,
O acaso en mi agonía,
Habrá una mano amiga
Que en el papel desierto amable
Mis palabras libre plasmadas.