martes, 5 de agosto de 2008

Automático

Cada día, cada mañana, como una máquina automática se despierta. Corre al inodoro, medio giro a la canilla, lava su cara, la seca después. Camina hacia la silla donde cuelga un pantalón arrugado. Luego los zapatos, las monedas, dos mates tibios. Y sale. No piensa en nada. Transporte a las siete cero cinco, ni un minuto después. Ochenta. Adentro las mismas caras de nada. Afuera igual. Dormita. Se balancea colgado. Pide permiso, pide perdón. Ya afuera camina, casi trotando. No mira, cruza automáticamente Avenida Córdoba. Llega y saluda con un gesto. Toma la caja. Cobra, da vueltos. Recibe órdenes, las cumple. Almuerza. Vuelve a cobrar, vuelve a dar vueltos. Cumple. Sale. Ochenta. Adentro las mismas caras de nada. Afuera igual. Dormita. Se balancea colgado. Pide permiso, pide perdón. Ya afuera camina, lento. Televisión apagada. Saluda con un gesto. Da órdenes, son cumplidas. Cena. Vuelve a dar órdenes, vuelven a ser cumplidas. Dormita. Se balancea sentado. Pide permiso, se levanta. En la cama la misma cara de nada. Se duerme como cada día. Y como cada día, cada mañana, como una máquina automática se despierta. Corre al inodoro, medio giro a la canilla, lava su cara, la seca. El pantalón. Los zapatos. Las monedas. El mate. Transporte. Trabajo. Cumple. Permiso. Perdón. Ordena. Dormita. Reza. Agradece. Duerme.

lunes, 4 de agosto de 2008

Ser

Como ustedes ya saben, La Muerte ha representado en mi vida uno de los temas (sino El Tema) que más ha llevado mis manos al papel. Luego de muchas idas y venidas, de estériles búsquedas de La Verdad entre lo comprensible y lo inalcanzable de la materia, creo haber dado con una explicación certera de lo que es la vida en realidad y su complemento con la muerte.
Debo antes aclarar que el tema no se agota en estas líneas, ya que durante mi argumentación irán surgiendo ideas imposible de abarcar en su totalidad. Más aún, cada vez que usted lea estas palabras surgirán en su mente otras nuevas que servirán de soporte a las anteriores, y así hasta siempre. Pero no caeré en el pecado de la soberbia creyéndome yo dueño de una verdad que en realidad no le pertenece a ningún mortal. No. Sólo me gustaría compartir algunas semillas de pensamientos con lectores atentos. Ese lector que siempre ha sabido darle tierra fértil a mis ideas y que juntos, a pesar de la distancia, hemos sabido regar.

........................................................................................................................................


Podría yo comenzar diciendo que la vida termina cuando la muerte comienza. Eso es cierto, pero en nada nos ayuda para entender la complejidad –o no- del proceso. Podría también decir que la muerte nos es desconocida y que esa es una de las razones por la cual nos atemoriza. Pero, ¿hay en esta afirmación algún valor analizable que pueda llevarnos a un entendimiento sobre lo que es en realidad la muerte? La respuesta es muy simple: No. Agreguemos un ejemplo sencillo: No puedo explicar lo que es el teorema de Pitágoras diciendo que sus fórmulas me atemorizan, que su fin me es desconocido.
Pero para no desviarnos de lo nuestro comencemos diciendo que la Muerte es el verdadero nacimiento.
Siempre he creído que nacemos llorando porque creemos estar muriendo, porque sentimos que nos arrancan de nuestra “primera vida” sin saber que otra está comenzando. ¿Puede usted asegurarme que esta vida no sea el embarazo de una próxima vida que ya no necesite del cuerpo? No, no puede y no podrá jamás, salvo en la Verdadera vida, en la vida del Alma. Pero la respuesta ya no importará. Es más, no sabrá usted que hubo una vida anterior y ya estará sintiendo pánico por su próxima muerte. Muerte que no habrá de venir.
Es necesario hacer una aclaración en este momento. Debemos entender que el cuerpo y el alma son dos cosas completamente distintas y que nada tienen que ver entre sí. El alma está encerrada en el cuerpo, pero nada más. Es el cuerpo el tormento más grande para el alma y ésta última buscará librarse de él hasta conseguirlo. El alma nunca pierde porque el cuerpo tiene un enemigo imbatible: El Tiempo. Y tarde o temprano cae a sus pies. El Alma y el Tiempo siempre han sido grandes amigos y, sabios como son, han rechazado cualquier oferta de Dioses del Mal para vender su Secreto. Secreto que ningún hombre podrá conocer jamás por su condición de mortal. Hecha la aclaración podemos citar al gran pensador Jorge Polhanuer quien nos dice: “...El alma del hombre es semejante a los dioses y ha compartido con ellos la inmortalidad, en un ámbito amigo al tiempo, deleitándose en contemplar la verdad, única y eterna. Sin embargo no es tan perfecta como aquellos y ha venido a caer en este mundo, donde todo cambia y nada es permanente. El alma, inmortal, es prisionera de un cuerpo que nace y muere, y se halla sujeta a los deseos de ese cuerpo, pues ha olvidado su origen divino...” Su pensamiento, categórico, es muy claro y no necesita de aclaración alguna. Quiero agregar que nuestro mundo, ese mundo que nos ha hecho depender siempre de nuestros sentidos, es un mundo engañoso, y que en la medida en que dejemos de depender sin esfuerzo alguno de ellos, es ahí cuando estaremos listos para el definitivo desprendimiento del Alma con su prisión: el cuerpo. Esa alma es, queridos amigos, la luz a la oscuridad cambiante de los sentidos.
¿Cuántas veces hemos sentido el profundo deseo de cerrar los ojos y remitirnos a lo más primitivo de nuestro propio ser y no sentir absolutamente nada? ¿No hemos de notar que los momentos de más “felicidad” (por llamarlos de alguna manera) son cuando más inconscientes estamos de la vida en sí? ¿Por qué pensamos la vida como algo finito si en realidad no sabemos aún el porqué de la existencia? Preguntas, y más preguntas...
Es hora de detenerse. Tiempo, Alma, Muerte, cuerpo. Palabras vírgenes que nos esperan. Verdaderamente creo en la Eternidad, en que el Saber de lo inmaterial prevalecerá. Alguien podrá decir que soy demasiado optimista, a lo cual podré contestar que el hecho de que haya una vida eterna no significa que sea una vida de placeres. Además, creo que en determinado momento ya no será apropiado hablar de placeres, puesto que esa palabra lleva consigo la carga del cuerpo. Y el cuerpo, como ya he dicho, no es más que algo transitorio y contraproducente al verdadero sentido de la vida. Es cierto, el cuerpo se nos ha presentado como el medio de manifestación en esta vida. Es el Ser que nos representa, que nos pide alimento, que observa limitadamente, que entiende lo entendible, es el cuerpo de esta vida. Y esta vida nos da señales de un Alma que nos espera. Yo les aseguro que cuando lloramos por amor es el Alma que llora, pero ese tema, apasionante e inabordable, lo dejaré para otro día.
Hoy puedo decirles, y para ir cerrando el primer verso de una eterna poesía, que la Muerte es el comienzo de la Vida, que los colores son colores no porque las convenciones los impongan y los sentidos los perciban, sino porque el Alma así los ha querido inventándolos. Y que este cuerpo que nos da la posibilidad de pensar y hablar de todo esto, es sólo el médium primero de nuestra inmortal existencia. Ya el cuerpo se cansará de los sentidos y de un Alma que golpea sus puertas a rabiar. Y en ese momento daremos paso a la Verdad, sabremos prescindir entonces de los sentidos, confiando ahora en el Alma y en ninguna otra cosa, en lo que ella por sí misma capte de lo real como lo que es indiscutiblemente.

domingo, 3 de agosto de 2008

Secuencia

Qué bien ese pasto, fue una caricia más que humo lo que dejó. Pocas palpitaciones, cero paranoia, cero culpa. Las plantas le hablan, lo llaman por su nombre, cantan con felicidad y brindan a su salud con vasos imaginarios y sus manos de tallo. El mar del cuadro tiene olas de dos metros y a lo lejos, en el fondo de la secuencia, se ve cómo los pescadores de barba plateada juntan parsimoniosamente la red vacía. Cosquilleo en los brazos, temblor en el labio superior, costado derecho semirígido. Las agujas del reloj se abrazan a las seis y media. Su alma en bajada y con viento a favor. Se ríe y se busca en el espejo. Enciende la luz, la diferencia de tiempo entre la presión de su pulgar sobre la tecla y la aparición lumínica desde los sesenta watts fue de ocho segundos. No fue falla de la tecla. Parado frente al cuadrado marco especular se refleja con los ojos sangre. Una mano aparece en el espejo, se ríe aún más porque en el rincón más oscuro de su subconsciente sabe que todo esto es producto de la naturaleza. El espejo le devuelve su imagen detrás de una nube. La superficie del vidrio es un río que se mueve, y él se ve ahí danzando en el agua marrón, con una sonrisa que no es propia de él normalmente. El hambre espera. Miles de imágenes se superponen, es un collage de recuerdos vivos. Sin el efecto de la planta estas imágenes no serían tan nítidas. El subconsciente aflora, se muestra sin vergüenza, se manifiesta cuando se rasca la entrepierna sin importarle que alguien pueda verlo . Se ríe satánicamente, quiere encender otro y no tiene. Se angustia una milésima de segundo y luego se vuelve a reír. La música se termina, pone repeat. La escucha a lo lejos, como si viniera de la casa de al lado, con retrazo ¡pero el parlante está frente a él! El olorcito a pastel de papas del otro día lo envuelve. Las voces de ausentes susurran como abrazos presentes. Pelea de gatos o carrera de kartings en la bachicha, heladera vacía. Pan duro, manteca. Qué rico. Sprite sin gas, qué rica. En bolas frente a la pantalla. Se imagina que si le da un infarto y se muere lo van a encontrar en pelotas con el cenicero repleto de pasto quemado y se asusta. “¿Si me muero cómo le voy a explicar al mundo desde el hueco oscuro de mi tumba que esto no era mío, que estaba ahí cuando llegué?” Se pone el calzoncillo al revés. Se ríe. Ni loco se lo saca para ponérselo bien. Le mentiría al mundo desde la tumba, cuando le fueran a poner flores de vez en cuando, para algún doce de octubre o alguna Navidad. Todo se opaca por sus pensamientos grises. Se tira en el piso helado. La lámpara, cementerio de moscas, hace círculos cada vez más grandes. Va a chocar. ¿Va a chocar? Se prende la televisión. Se apaga. Algo se prende fuego. ¿Es afuera o adentro? La cero paranoia de antes ahora es cero coma uno. Una serpiente recorre sus tripas, le agrada la sensación de su piel escamosa por dentro de las achuras. Se para. Se tira en el sillón. El geranio lo mira espantado, sabe lo que piensa, nunca le gustó esa planta. Algo personal tiene con él, seguro. Una araña le recorre el brazo. No intenta detenerla, se siente acompañado. Trepa con sus extensas y flacas patas hasta el cuello, luego por un costado trepa hasta su oreja, parece sentarse de rodillas y le pide una moneda. “No tengo má” le contesta. El bicho se va refunfuñando. Desde la puerta de su cueva hace un gesto "tipo fuck you" pero en su idioma. La corre con la chancleta para hacer justicia pero la muy veloz se escapa aprovechando su diminuto tamaño. Vuelve al sillón un poco mareado. Alguien se lo corrió, terminó en el suelo. Eso dolió carajo. Como el Conde de Montecristo se siente bien contra lo duro y liso del piso. Fría sudoración. Sueño lejano. Ojos como platos. El corazón cumple. Mueve las piernas, los dedos. Se sienta luego en una silla de madera. El mar del cuadro se serena, los marineros ya juntaron sus redes. Sale la luna y se refleja en el agua calma. Las agujas del reloj siguen abrazadas a las seis y media. Ve una foto sobre la mesa que tiene vida, los que posan dicen güisqui, por detrás de los que posan un perro ladra. De pronto el flash que los enceguece, el grupo se desarma y cada uno va en busca de su vaso. Brindan por un año mejor. Comen nueces y beben sidra. Quita la mirada de la foto y la ubica como puede en un almohadón verde manzana. Noble invento el almohadón. Vuelve los ojos a la foto. El tiempo allí regresó y están todos posando, inmóviles. Rompe la foto. Intenta pararse, las piernas no son suyas. Se niegan a su orden a través de su quietud. Se ríe de sí mismo. Apoya los brazos cruzados sobre la mesa y la cabeza sobre los brazos. Escupe. La saliva rumbea hacia el borde de la mesa ayudada por Newton. Se duerme. Se para horas después y es de día. Se viste. Marineros estáticos, recuerdo de la araña, almohadón inanimado, lámpara gris. El timbre suena y lo devuelve a la otra realidad.

viernes, 1 de agosto de 2008

Realidad

Mi postura respecto a la realidad es la siguiente: Se habla de una realidad “objetiva” y de una “copia de la realidad”. Por ejemplo el lenguaje o la imagen serían una copia de la realidad que buscan representarla. Las representaciones mentales que nos hacemos de lo“exterior” nos permiten relacionarnos, pactar,entendernos limitadamente, registrar, recordar. Como si existiera un mundo que se nos enfrenta y al que interpretamos “copiándolo” a través de herramientas truncas.Mi pensamiento es que la realidad objetiva no existe.Al menos planteada de esa manera, como una piedra quieta y viva independientemente de nuestros sentidos,con la que nos tropezamos y cambiamos de lugar. Si tal realidad existiera, sería inabordable, como lo es Dios. ¿No será que la realidad considerada como copia es en verdad la realidad si se quiere “de tiempo cero”y la aparentemente objetiva no sea más que la devolución especular de lo esperable, lo posible? Una cruz es una cruz, pero antes de serlo fue madera o hierro. Antes de lograr su identidad – más importante que su materialidad- debe alguien estar delante de ella, viendo una cruz y no hierro o madera.Una cruz en el medio de la oscuridad de un campo, sola, no es nada por no ser nada para nadie. Los ojos la hacen cruz, como el pie hace una piedra, como los labios hacen besos.

Vamos caminando de noche, distraídos, mirando lostechos de las casas, de repente una rama que estaba en el camino nos hace caer. Nos dirán: La rama es la realidad objetiva que se hizo presente a través del tropezón. Error. La rama está allí para nosotros desde el tropezón y no antes. De no haberla pateado, esa rama jamás hubiera estado allí en el camino.
Es invierno y la temperatura es bajísima. Ordenamos café en un bar. Una vez servido lo tomamos apurados.Nos quemamos. Nos dirán: El café estaba caliente desde antes del sorbo. Error. El calor del café nació en lalengua y no antes.
Estoy frente a una mujer hermosa. Me imagino cómo sería besarla. De pronto se acerca y me dice que ha encontrado el amor a primera vista en mis ojos. Me besa. Me dirán: el amor a primera vista existía antesde mi encuentro. Error: El amor a primera vista se concretó en sus palabras y en sus labios que me besaron y no antes.

Ese encuentro es la realidad, es allí donde nace lo real. En las apariciones, en los olores, en las sensaciones de piel. Nunca antes. Una lágrima como reacción física a cierta emoción sólo cobra vida al mojarnos la cara, al hacerse presente sobre la piel.Lo que se entiende como realidad objetiva termina siendo un hecho sostenible solo desde la fe, desde el creer u opinar que antes de la percepción algo ya tenía vida sin la presencia de alguien. Es, endefinitiva, conformarse con el estado de las cosas antes de la presencia de uno. En verdad las cosas son a partir de uno y no frente a uno.Es perfectamente entendible que en general no se perciba de esta manera la realidad. Es conveniente y cómodo. Pensar que el escenario es anterior a nosotros, que es estático, mudo, es un buen consuelo ante la impotencia de lograr ciertos cambios. Debemos asumir que la realidad palpable es exterior, pero sepamos que su génesis es interior. La pereza mental y física no tienen un origen natural,sino personal y social, de elección conciente. Lamentablemente ambas predominan en la mayoría de la gente.
Resignificar la realidad desde mi punto de vista es comprometerse, cargarse en las espaldas la mochila de la responsabilidad sobre los actos, es moverse por caminos propiamente elegidos, creando una realidad única. Que la experiencia entendida como un hacer continuo sea la guía. Que nuestra visión sobre cualquier cosa en la vida se confirme o se refute en los hechos vividos y no en ideas ajenas es revolucionar el mundo. Deberían enseñarnos a mirar la luna de una vez por todas en lugar de mostrarnos el dedo que la apunta.

Licenciado Balán

La mujer, de unos cincuenta años tenía pasos cortitos, pero firmes. No superaba el metro sesenta, y tenía unas tetas grandes como sandías. El resto del cuerpo estaba bien disimulado detrás del color negro.
-Así que cien la media hora. ¿No puede ser ochenta? Le preguntó, con clara actitud histérica.
-Mi vida –dijo la señora deteniéndose justo en la esquina de Suipacha y Viamonte- no me hagas perder el tiempo. Son cien o arreglate con la derecha.
-Está bien...¡Qué carácter de mierda! Vamos a mi departamento. Balbuceó rezongando.
Una vez allí, le ofreció bebidas. Ella se sacó la ropa como para irse a dormir, estaba cansada. Se recostó en la cama deshecha y miró a su alrededor. Libros, vasos, discos. Le agradeció un vaso de licor que él le acercó. Le preguntó si no le molestaba, mostrándole un papel con la mano. Y con una sonrisa apenas visible peinó una línea de cocaína que compartió con él.
El seguía vestido. Ella le dijo que le quedaban veinte minutos, pero que si le daba para el taxi se quedaba un poco más. “Vamos a ver”, le contestó él.
El se recostó a su lado y le ordenó que empezara de una vez. La luz era tenue, y venía desde afuera. Mientras ella se disponía a colocarle el preservativo con la boca, él sacó una cuchilla de unos treinta centímetros de entre el colchón y la madera de la cama. Por la posición ella no se imaginaba lo que vendría. Él estaba recostado boca arriba, ella se había inclinado sobre su miembro, quedando su nuca a la vista de los ojos de él. Con la mano izquierda él le acariciaba la cabeza. Estaba esperando el momento justo. Ella estaba a punto de montarlo cuando le hundió casi por completo el filo de ese enorme cuchillo a la altura de la última costilla, desde atrás. Inmediatamente, antes de que ella se incorporara, tomó el cuchillo con fuerza y sosteniéndola de los sucios pelos le abrió la garganta de lado a lado. Luego la dio vuelta sobre la cama y la tendió como una marioneta. Mientras ella balbuceaba liberando brotes descontrolados de sangre por la boca, la nariz y el cuello abierto como una vagina en pleno parto, él la miraba fijamente a los ojos, mordiéndose la lengua. Tomó sin interrumpir sus movimientos otro cuchillo que había sobre la mesita de luz de algarrobo, y se lo clavó una y mil veces en la entrepierna. Después en el estómago. En un instante ella dejó de moverse, de toser, de pedalear en el aire. Los brazos de él no paraban de hacer semicírculos, cuyas puntas iban desde el respaldo de la cama hasta el torso de la muerta.
Fue a buscar un serrucho.
Le amputó un pié, cortando por arriba del tobillo.
El agua de la olla estaba a punto de hervir cuando colocó el trozo de cuerpo. Esperó una hora mientras el vapor humedecía los azulejos verdes. enseguida tomó el pié y le quitó las uñas con una tenaza, silbando. Lo dejó reposar en la heladera unos quince minutos. Luego comió dos o tres bocados, separando la piel previamente. Sus ojos estaban rojos. Por su rostro y su masticación parecía que el talón era la parte más sabrosa.
Durmió un poco en la cama, al lado de la puta muerta. Al despertar espantó las moscas y tomó nuevamente el serrucho y la seccionó en unas seis o siete partes, que luego colocó en una inmensa doble bolsa negra. También colocó dentro de la bolsa la ropa de cama, su ropa y los trapos que usó para limpiar la habitación.
Eran las tres de la mañana. Cargó al hombro la bolsa, la puso en el baúl de su auto y se marchó hacia la ruta 6. Luego de manejar hora y media se detuvo a un costado, en el pasto.
La noche era perfectamente oscura. Se alejó barranca abajo unos cuarenta metros con la bolsa asida fuertemente con ambas manos. Roció la bolsa con un líquido y desde lejos le arrojó un papel encendido.
Desde el retrovisor del auto contempló cómo las llamas se iban apagando.
La suerte estaba de su lado, ni un solo auto pasó.
Arrancó y manejó hasta Palermo. Estacionó el auto en el garage de la empresa y durmió hasta las 8 menos cuarto. En sueños vio aquel rostro terrorífico de su madrastra abusando de él junto a su padre.
-¿Café Licenciado? Le diría más tarde su secretaria.
- Por favor Elena, con dos de azúcar.
Y luego de un largo suspiro agregó:
-Elena, ¿tiene planes para este sábado?