viernes, 18 de enero de 2008

Mi corazón

Gracias Albertito Verenzuela por encontrar en "Mi corazón" la melodía a primera vista.

Estático, como una piedra ancestral en medio del desierto. Gastado por el viento añejo, los soles y las lluvias. Abandonado por quien sabe quién. Solitario entre tanta soledad. Triste, mudo, helado a veces, hirviente de dolor otras tantas. Estéril, inútil, macizo y pesado. Inexorablemente en pena, aullando hacia adentro, sordo, ciego, sin lengua. Decapitado, en coma profundo, perdido, olvidado una y mil veces. Ensombrecido hasta la exageración y luego iluminado hasta el fuego. Sin lágrimas. Sin mañana. Fundido, mucho más que roto, acabado, desahuciado, sin reflejos. Inerte, mezcla de velorio y entierro, desconsolado, sin tercer o quinto día de resurrección posible. Rasgado, gastado y llevado a su mínima expresión. De algarrobo milenario o arena o sal. Opaco, endeble, enfermo por opción, hundido por naturaleza, nacido por error, sin alma. Enfrascado, artificial, de gris a negro. Podrido, mal parido, torcido. Una brasa apagada. Sin signo, sin cielo, estrellas ni lunas. Encerrado, ahogado, vegetando. Esperando esperar un milagro, aferrado a la punta de una esperanza mil años retrazada. Así muriendo vive hoy mi corazón, tocando fondos insospechables.