Desde chico tuvo que ver con cierto mecanismo de defensa, o de osar mojarle la oreja a la finitud de esta vida. Es esa inocente ilusión de creer que un desconocido un día leerá algo de lo que escribí cien años atrás (que es hoy o ayer) y será entonces resucitar. Cuantas noches infantiles -y no tanto- me ha salvado la vulgar e infundada idea de creer que a través del arte uno puede ser inmortal. Es tan mágico e inconsciente como creer que uno se hace eterno a través de los hijos. Es amortiguar el golpe, es preparar el lecho inexorable, es el susurro insoportable de la mosca personal. Y escribo, como quien no quiere la cosa, de un solo plumazo y para volver a respirar:
Simple,
Agua,
Aceptar,
Soltar,
Simple,
Fuego,
Decir,
Presente,
Reir,
Simple,
Aire,
Amar,
Perdonar,
Simple,
Tierra,
Sexo,
Olvidar,
Seguir,
Besar,
Abrigo,
Irse,
Es simple,
Te juro que
Es simple”
Agua,
Aceptar,
Soltar,
Simple,
Fuego,
Decir,
Presente,
Reir,
Simple,
Aire,
Amar,
Perdonar,
Simple,
Tierra,
Sexo,
Olvidar,
Seguir,
Besar,
Abrigo,
Irse,
Es simple,
Te juro que
Es simple”
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