viernes, 3 de abril de 2015

La flor de la vida

En la frontera entre Italia y Austria, en el remoto Monte Coglians, crece la increíble flor del coraggio, también conocida como la flor de la vida.
La particularidad de esta flor es que vive apenas siete días.
Hermosamente blanca, alcanza su máximo esplendor al día seis, luego de dejar caer su semilla para renacer eternamente y comenzar así su último tramo de vida. Una vez que su brote asoma, dedica su último día a proteger del sol al pequeño hijo. Resulta sorprendente notar cómo con su tallo fuerte y hojas angostas consigue un lento movimiento desde el amanecer hasta el ocaso para cubrir a su sucesor. Y es impresionante ver el momento justo en que comienza a marchitarse, ya que para ese entonces su hijo ya está lo suficientemente fuerte como para enfrentar el sol y la nieve del segundo día.
La flor del coraggio sabe que al menos uno o dos días de su vida fugaz habrá vientos que intentarán interrumpir su crecimiento. Para sobrevivir, se prepara para enfrentar la tormenta de pie. Si se esconde, muere.
Al menos una vez de su corto paso sabe que será alimentada por la lluvia, pero debe estar atenta y sus raíces predispuestas a recibir el agua. Si se distrae, puede morir.
Ella no se esfuerza para alcanzar su plenitud y luego extinguirse. Esta flor se siente libre cada día y esa es la única forma de lograr su verdadera plenitud.
Lo curioso es que a los ojos de los hombres, su belleza se hace visible apenas unos minutos antes de desaparecer. Esto la ha convertido en un símbolo de lo fugaz de la belleza de la juventud, pero también en ícono de valentía y amor para sobrevivir eternamente.

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